Sólo los elegidos pueden jugar al fútbol con barriguita. Hay que ser muy bueno para ser tripón y tener sitio en un universo balompédico, en el que resulta imprescindible mostrar torso de Hércules para ser tomado como un buen profesional. Pero a lo largo de la historia ha habido futbolistas tan buenos como pesados.
“Sin camiseta y sentado, se agachó para anudarse las botas y tenía más michelines que mi padre…” El relato corresponde a los momentos previos a la presentación de Antonio Cassano como madridista. Cuenta el testigo de esa escena en los vestuarios del Santiago Bernabéu que la pinta del fichaje era de crack: “Si le fichan con esas lorzas es que debe ser un fenómeno”, pensó.
Al italiano se le impuso entonces una dieta hipocalórica, que cumplía con una furtiva dosis de donuts en los desayunos del hotel en el que se alojaba. La Sampdoria acoge hoy en día a Cassano.
Otro ejemplo de "Donuts vs Talento" lo tenemos en Ronaldo (90 kilos del ala tiene el gachupin) destaca como ejemplo de "vida ordenada" o de lo que los sabios de la preparación física denominan entrenamiento silencioso: hábitos de vida, alimentación y descanso, al margen de los entrenamientos.
También son diferentes en la hierba, sobre la que ahorran carreras para explotar en sublimes peripecias cercanas al gol.
La situación de Ronaldo, víctima de infinitos problemas musculares, ni siquiera ha cambiado en el laboratorio de Milanello, considerado el centro de investigación más potente del mundo dedicado a los futbolistas, que impone dietas y preparación física y psicológica personalizada. “Dejadme a Ronaldo un mes en el Milan Lab y saldrá hecho un toro”, aseguró Jean Pierre Meersseman, coordinador médico del club rossonero, en los últimos días en los que el brasileño vestía blanco merengue. Más de un año después sólo le ha cambiado el peinado. No contaba el galeno con lo que unos han llamado hipertiroidismo y otros, afición desmedida a la pizza.
La ciencia corrobora que el número 10 engorda, con Maradona en versión Barrilete Cósmico en el altar de los denominados "bajos de torax" como le decia Asterix a Obelix.
Otro caso digno de mención es el de Paul Gascoigne, prototipo de barriga cervecera que marcó tendencia durante años en el fútbol británico.
Pero hubo un tiempo en la que la calidad podía con los kilos. A Pancho Puskas le daba igual no ver el balón debajo de su barriga para enganchar un zurdazo con el que agujerear la red de la portería. Ya se sabe que el blanco engorda y más en algodón ajustado de las viejas camisetas. ¿Estuvieron fondones Molowny o Di Stéfano? Las rayas verticales tampoco adelgazaron la figura de Cholo Sotil, Onésimo o Eulogio Martínez y ¿qué opinan de la cintura del Koeman héroe de Wembley?
Un poco de historia: William Foulke nació en el siglo XIX y llegó a pesar 165 kilos, por los que fue considerado el futbolista, en su caso portero, más gordo de la historia. Apodado “Fatty”, internacional con Inglaterra en un partido, llegó a romper una
portería al colgarse del larguero
Pero de todos los gordos entrañables me quedo con "El PIRAÑA" de verano azul.
Bueno Blogeros, espero que os haya gustado mi blog esta semana y dar las gracias a F.Yerba de la revista Mediapunta por los datos que me ha ofrecido.
Un saludete
Joseba